Hoy hablamos de ciencia. Seguro que alguna vez lo has comprobado, pero quizá nunca te hayas parado a preguntártelo. ¿Por qué el hielo flota sobre el agua? ¿Y sobre la copa de alcohol? En general, el hielo flota sobre casi cualquier superficie líquida. Su apariencia pesada podría invitarnos a creer que debería hundirse en el fondo del vaso, pero si tiramos de la ciencia, encontramos una explicación más que lógica a esta cuestión.
El hecho en sí se basa en la densidad del agua y la contracción de la misma a temperaturas bajas. Así lo explican desde la Universidad de Murcia: «La estructura del hielo forma un retículo que ocupa más espacio y es menos denso que el agua líquida. Cuando el agua se enfría se contrae su volumen, como sucede en todos los cuerpos, pero al alcanzar los 4ºC cesa la contracción y su estructura se dilata hasta transformarse en hielo en el punto de congelación. Por eso el hielo es menos denso que el agua y flota sobre ella».
Y es que, gracias a esta anomalía del agua, los lagos, ríos y mares, comienzan a congelarse desde la superficie hacia abajo, y esta costra de hielo superficial sirve de abrigo a los seres que viven, pues aunque la temperatura ambiental sea extremadamente baja (-50 0 -60º C), el agua de la superficie transformada en hielo mantiene constante su temperatura en 0ºC.
De esta manera, el agua del fondo queda protegida térmicamente del exterior, y puede alcanzar los 4º o 5ºC, que son suficientes para la supervivencia de ciertas especies. En esta propiedad se basan los esquimales para construir sus casas de hielo (iglúes), algo que ya explicamos en su día en este blog.
Así que, a partir de ahora, cuando salgas de noche y te pongan esa primera copa, ya tienes un tema de conversación interesante para que, nunca mejor dicho, puedas «romper el hielo».
