Tener el apodo de ‘Ice-Man’ o ‘Hombre de Hielo’ suele ser sinónimo de ser una persona fría y con escasa tendencia a mostrar emociones. Es cierto que el hielo es un estado del agua que lo hace inmóvil y duro como una roca, pero en este caso, al daros a conocer la increíble historia de Wim Hof, los tiros no van por ahí.
Este bien llamado ‘Ice-Man’ recibe dicho mote gracias a algunas de las barbaridades que ha realizado y que, aparentemente, ningún cuerpo soportaría. Se trata de una de las mayores hazañas para las que la ciencia no encuentra explicación. Ejemplo de ello es su extraño entrenamiento físico que, según él, cualquiera puede llevar a cabo si tiene ganas.
Bajo su propio lema, que reza: “respira, es gratis”, este holandés ha logrado, con técnicas de respiración, concentración e inmersiones frecuentes en agua helada, controlar su cuerpo a su gusto, lo que le ha llevado a batir un Récord Guiness al permanecer dos horas enterrado en el hielo sin que su temperatura corporal varíe ni un ápice.
Otros hitos de este ‘Hombre de Hielo’ son, por ejemplo, su maratón por el desierto sin beber una gota de agua, su ascensión al Everest sin zapatos y en pantalones cortos, o el hecho de haberse sumergido en las profundidades marinas más heladas del mundo.
¿Y todo esto por qué? Tras el trágico suicidio de su mujer por una psicosis, Wim Hof se quedó a cargo de sus 4 hijos y se propuso demostrar que la voluntad humana lo es todo y que se puede ejercer un control total del cuerpo y de la mente. Un poder que los médicos no han podido explicar.
De hecho, en 2011 Wim Hof participó en un experimento que pretendía desafiar el conocimiento de nuestro sistema nervioso. Le inyectaron una endotoxina bacteriana que provocaría altas fiebres, escalofríos y dolores de cabeza a cualquier persona corriente. Sin embargo, a él lo dejó frío, al haber segregado de manera consciente la cantidad de adrenalina necesaria para dominar su sistema inmune a voluntad.