Con la llegada del verano, la costumbre de añadir unos cubitos de hielo al vino se está convirtiendo en tendencia.
Prueba de ello es la iniciativa de algunas marcas que en los últimos años han presentado al mercado ediciones especiales especialmente concebidas para consumir con hielo.
En cualquier caso, añadir hielo al vino es una acción arriesgada si no conocemos bien cómo hacerlo y, sobre todo, si se va a consumir vino de calidad, ya que – como todos sabemos – el hielo acaba fundiéndose, mermando la concentración de vino y, en consecuencia, transformando su textura y carácter.
Por ello, es importante seguir los siguientes consejos si no queremos que una velada junto al mejor vino acabe “pasada por agua”:
Paso 1 – La elección de la copa
Es importante que seleccionemos una copa amplia y la llenamos hasta la mitad, vertiendo algo más de vino del que podríamos para degustarlo solo.
Paso 2- La elección del hielo
Debemos seleccionar cubitos grandes como Delta o Super Star, que permiten mantener frío el vino y tardan más en derretirse. Añadiremos cubitos hasta colmar la capacidad de la copa.
Paso 3 – Tiempo
Mantendremos los hielos en la copa durante un minuto, el tiempo necesario para que el vino alcance la temperatura ideal.
Paso 4 – Extracción de los cubitos
Una vez ha transcurrido un minuto desde que hemos añadido los cubitos, debemos extraerlos para evitar que estos lleguen a derretirse y le resten sabor y carácter al vino.
Paso 5 – Descubre su sabor
Finalmente, solo queda disfrutar del vino fresquito junto a la mejor compañía.